En la parte final de su documental ambientalista “Una Verdad Incómoda” (An Inconvenient Truth), Al Gore recomendaba: “Planten árboles, ¡cientos de árboles!”. Uno pudiera preguntarse por el por qué esta insistencia en la siembra de árboles. Pues bien, primero que todo porque los árboles nos proporcionan la vida. Ellos, como los demás tipos de plantas realizan – gracias a la luz del Sol – el proceso de fotosíntesis mediante el cual la clorofila contenida en la planta libera el oxígeno, el cual proporciona la vida a todos los seres vivos.
La parte mala de la historia es que cada día se están destruyendo las últimas reservas forestales, es decir, de bosques que quedan en el planeta, incluyendo al Amazonas, situación ésta que ha sido denunciada por activistas como el fallecido Chico Mendes en Brasil y que hasta se ha querido convertir al Amazonas en una zona protegida a lo cual se han opuesto gobiernos amazónicos que argumentan su negativa a esa acción a que la misma estaría en contra del desarrollo económico de los mismos. Este argumento es válido por cuanto que el desarrollo económico implica entre otras cosas a acabar con la pobreza de dichos países, sin embargo, hay propuestas tales como la del “desarrollo sustentable” y una que va más allá como es la del “decrecimiento” que podrían considerarse en el debate sobre el Amazonas.
La ecologista Wangari Maathai también conocida como “la mujer árbol” fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2004 por "sus contribuciones al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz". Su movimiento llamado “Cinturón Verde” impulsó la plantación de más de 30 millones de árboles alrededor de toda su Kenia natal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario